Por Carlos Noriega desde Lima
El Día Internacional de los Derechos Humanos, celebrado ayer, ha tenido un significado especial en el Perú con el inicio del juicio al ex presidente Alberto Fujimori (1990-2000) por el asesinato de 25 personas –quince en la matanza de Barrios Altos, en noviembre de 1991, y diez en la Universidad La Cantuta, en julio de 1992– cometidos por el Grupo Colina, escuadrón de la muerte formado durante su gobierno, y por el secuestro de un periodista y de un empresario en 1992. Vestido elegantemente, con traje oscuro, camisa blanca y corbata amarilla, Fujimori se sentó frente a los tres magistrados de la Corte Suprema que lo juzgan y estuvo poco más de tres horas imperturbable, rígido, apenas moviéndose para tomar de tanto en tanto notas en un cuaderno y acomodarse los lentes. Hasta que el presidente del tribunal, César San Martín, le preguntó si aceptaba los cargos por secuestro, lesiones graves y homicidio calificado imputados por la Fiscalía, que pidió 30 años de prisión, y Fujimori aprovechó el momento para lanzar un exaltado discurso en defensa de su gobierno.
El Día Internacional de los Derechos Humanos, celebrado ayer, ha tenido un significado especial en el Perú con el inicio del juicio al ex presidente Alberto Fujimori (1990-2000) por el asesinato de 25 personas –quince en la matanza de Barrios Altos, en noviembre de 1991, y diez en la Universidad La Cantuta, en julio de 1992– cometidos por el Grupo Colina, escuadrón de la muerte formado durante su gobierno, y por el secuestro de un periodista y de un empresario en 1992. Vestido elegantemente, con traje oscuro, camisa blanca y corbata amarilla, Fujimori se sentó frente a los tres magistrados de la Corte Suprema que lo juzgan y estuvo poco más de tres horas imperturbable, rígido, apenas moviéndose para tomar de tanto en tanto notas en un cuaderno y acomodarse los lentes. Hasta que el presidente del tribunal, César San Martín, le preguntó si aceptaba los cargos por secuestro, lesiones graves y homicidio calificado imputados por la Fiscalía, que pidió 30 años de prisión, y Fujimori aprovechó el momento para lanzar un exaltado discurso en defensa de su gobierno.
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