El electorado porteño aguarda impaciente el día en que todo va a cambiar. Esa jornada que pondrá una bisagra en la historia de la benemérita Ciudad de Buenos Aires. Quedará atrás, así, un pasado ignominioso, de politiqueros e improvisados, para dejar paso a un elenco de especialistas, profesionales y jóvenes impolutos que resolverán prestamente todos y cada uno de los problemas que aquejan a la Reina del Plata y a sus súbditos.
Por fin, los porteños tendrán la ciudad que se merecen: limpia, segura, linda, ordenada. Una ciudad en la que no sucederán más accidentes de tránsito, no se caerán más balcones ni ascensores y los delincuentes serán atrapados, antes, incluso de que piensen en delinquir. Una ciudad en la que los piqueteros se manifestarán en la cancha de Boca, que cederá sus instalaciones vacías durante la semana para que en sus gradas, como si fueran las del ágora ateniense, ellos deliberen y se expresen; contenerlos, como se dice ahora, pero sin habilitar el césped para no dañarlo. Se proveerá a los cartoneros de trajes naranjas a prueba de radiación y serán empleados en líneas de clasificación de los residuos, tarea sencilla porque ya vendrán previamente separados por los solícitos porteños.
También se prevé que a partir del 10 de este mes sólo harán días de sol, ya no habrá más tormentas, mucho menos el granizo cruel. Y, para el caso de que un chaparrón sorpresivo caiga sobre la ciudad, los desagues evacuarán prestamente toda el agua y nadie se acordará de las inundaciones que antes anegaban las calles.
Toda la ciudad resplandecerá. Niños, adultos y ancianos la disfrutarán. Buenos Aires quedará convertida en un gigantesco Parque Temático, donde todo será felicidad, buena onda y mejor trato. Todo muy PRO. Va a estar bueno, Buenos Aires.
Los porteños tienen grandes ilusiones depositadas en la inminente asunción de Mauricio Macri como su Jefe de Gobierno. Enormes expectativas que constituyen un importante aval político para una gestión que promete desarrollar toda una nueva metodología administrativa. Con una organización dinámica propia de la empresa privada, que deberá sortear dos obstáculos importantes: en primer lugar, enfrentar a una cultura resistente a estas iniciativas y a actores poderosos que se van a plantar en la oposición. Pero, en segundo lugar, se verá si una vez que las ilusiones comienzan a encontrarse con las políticas concretas, Macri sigue manteniendo semejante nivel de aprobación. Semejante nivel de expectativas es imposible de cumplir, aún si al Ingeniero y a su equipo le saliera todo bien, por lo que una de las cuestiones más complicadas de la gestión que viene no será la inseguridad ni el tránsito, sino precisamente cómo "gestionar" las ansiedades políticas porteñas ante las dificultades y restricciones que vayan apareciendo.
(Introducción de una nota más extensa escrita por Luis Tonelli).
Por fin, los porteños tendrán la ciudad que se merecen: limpia, segura, linda, ordenada. Una ciudad en la que no sucederán más accidentes de tránsito, no se caerán más balcones ni ascensores y los delincuentes serán atrapados, antes, incluso de que piensen en delinquir. Una ciudad en la que los piqueteros se manifestarán en la cancha de Boca, que cederá sus instalaciones vacías durante la semana para que en sus gradas, como si fueran las del ágora ateniense, ellos deliberen y se expresen; contenerlos, como se dice ahora, pero sin habilitar el césped para no dañarlo. Se proveerá a los cartoneros de trajes naranjas a prueba de radiación y serán empleados en líneas de clasificación de los residuos, tarea sencilla porque ya vendrán previamente separados por los solícitos porteños.
También se prevé que a partir del 10 de este mes sólo harán días de sol, ya no habrá más tormentas, mucho menos el granizo cruel. Y, para el caso de que un chaparrón sorpresivo caiga sobre la ciudad, los desagues evacuarán prestamente toda el agua y nadie se acordará de las inundaciones que antes anegaban las calles.
Toda la ciudad resplandecerá. Niños, adultos y ancianos la disfrutarán. Buenos Aires quedará convertida en un gigantesco Parque Temático, donde todo será felicidad, buena onda y mejor trato. Todo muy PRO. Va a estar bueno, Buenos Aires.
Los porteños tienen grandes ilusiones depositadas en la inminente asunción de Mauricio Macri como su Jefe de Gobierno. Enormes expectativas que constituyen un importante aval político para una gestión que promete desarrollar toda una nueva metodología administrativa. Con una organización dinámica propia de la empresa privada, que deberá sortear dos obstáculos importantes: en primer lugar, enfrentar a una cultura resistente a estas iniciativas y a actores poderosos que se van a plantar en la oposición. Pero, en segundo lugar, se verá si una vez que las ilusiones comienzan a encontrarse con las políticas concretas, Macri sigue manteniendo semejante nivel de aprobación. Semejante nivel de expectativas es imposible de cumplir, aún si al Ingeniero y a su equipo le saliera todo bien, por lo que una de las cuestiones más complicadas de la gestión que viene no será la inseguridad ni el tránsito, sino precisamente cómo "gestionar" las ansiedades políticas porteñas ante las dificultades y restricciones que vayan apareciendo.
(Introducción de una nota más extensa escrita por Luis Tonelli).
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