Benazir Bhutto, dos veces primera ministra de Pakistán y la candidata favorita para ganar un tercer período en la próxima elección, fue asesinada en Rawalpindi, por disparos primero y luego por esquirlas de una bomba que mató a otras diecinueve personas. Con ella murió la frágil esperanza de que Pakistán pueda salir de las garras del ejército y de las jihadistas y vuelva a ser una democracia funcionando. Acababa de hablar en un acto electoral y estaba saludando a sus partidarios desde su automóvil cuando recibió un disparo en el cuello antes de que el terrorista suicida hiciese detonar su carga.
Los asesinatos políticos no son nuevos para Pakistán, una vena roja de violencia corre a través de su breve historia. Sin embargo, hay una cruel simetría entre la muerte de Bhutto que ocurre en la misma ciudad donde su padre fue ejecutado hace tres décadas.
En 1979, el dictador militar era el general Zia ul Haq, que mandó colgar el padre de Benazir –el ex primer ministro Zulfikar Ali Bhutto– en la cárcel del distrito de Rawalpindi. Ella sólo tenía 26 años en ese momento y le llegó la noticia de su muerte a través de su abogado. Heredó su partido, su postura popular y su destino. Zulfikar Ali Bhutto tenía defectos y cometía errores, pero como su hija, disfrutaba de un enorme apoyo popular; como primer ministro logró la paz con India, mejoró los vínculos con China y le dio a Pakistán una posición y legitimidad en el mundo. Cuando, bajo las órdenes del general Zia, fue sentenciado a muerte, los líderes del mundo enviaron pedidos de clemencia, pero sin ningún resultado. El general Zia era despiadado porque la política paquistaní nunca dejó mucho espacio para la tolerancia y el perdón. La misma lógica ahora ha condenado a la hija de Zulfikar a una muerte terrible.
Mientras los incendios se propagaban en Pakistán anoche, aumentaban los temores de que este enorme país de 167 millones de habitantes, la única nación musulmana con la bomba nuclear, pudiera comenzar a dividirse. Como primera ministra dos veces antes, Bhutto no había descollado y fue destituida por su sucesor, Nawaz Sharif, acusada de corrupción. Pero nadie podía cuestionarle su coraje o sus credenciales democráticas. Como su padre, tenía en sus manos las frágiles esperanzas de Pakistán. Como él fue asesinada.
Por Peter Popham y Saeed publicado en The Independent de Gran Bretaña (extracto). Pregunto: Don Bush y su inmaculada justicia de qué lado están???
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