Nos vamos a dedicar esta semana un poco a postear algunas cosas que nos parecen de sumo interés y actualidad escritas por José Pablo Feinmann (que aunque leí por ahí que está de moda pues bienvenida esta moda), para quienes no lo conozcan pueden saber algo de él aquí http://www.ensayistas.org/filosofos/argentina/feinmann/
Los textos pertenecerán en todos los casos a "Peronismo, Filosofía política de una obstinación argentina".
- "¡El universo agrario le declara la guerra a este gobierno por unas retenciones! ¡Por unas retenciones! Imaginen si viene una Eva Perón y les plantea que hay que poner plata para construir viviendas para los obreros. O para que tengan casa propia. O puedan ir a veranear. ¿Cuánto habría que retener de las superganancias agrarias para poder construir viviendas para los pobres y asegurarles la educación de sus hijos? Hoy, esa medida sería considerada una simple y llana expropiación. Los diarios de la derecha perderían su rostro democrático y denunciarían un complot comunista que no demoraría en transformarse en apoyo a los planes del terrorismo internacional. No, señores: lo único que habría que hacer son casitas para los pobres. ¿No les sobra algo de guita para eso? ¿No pueden ganar un poco menos? Pedirle a un capitalista que gane menos es como pedirle a Jack el Destripador que deje de matar. Jack, en efecto, dejó de matar, pero desapareció. El capitalista (agrario, sobretodo) diría: si nosotros dejamos de ganar también. No, no se les pide que dejen de ganar, se les pide que ganen menos. Si ganan menos se podrían hacer las casitas que tanto amaba Eva haber dado a los suyos y a las escuelas. Los propietarios de hoy, los poderosos señores de la Argentina, el verdadero poder de este país, diría: si nosotros ganamos menos las ganancias (que cedemos) se las queda el gobierno y no hace ni las casitas ni las escuelas. La plata, al final, se la queda la corrupción. Y es cierto: no es un argumento baladí. En suma, si hubiera una cesión de las superganancias para posibilitar planes de vivienda y educación para los carenciados, la utilización de esos fondos debiera ser controlada por entes o personas ajenos a cualquier gobierno. Se dirá: el gobierno los compraría. Puede ser, pero así la cosa no tiene fin. Podríamos concluir que la creatura humana es detestable y dejar todo como está".
- "Pocos gobiernos fueron tan odiados como el primer gobierno peronista. Ningún gobierno hizo más en beneficio de los humildes. De modo que si esa visión de Eva que puede parecer bucólica, ingenua, poco jacobina, poco combativa, despertó los enfrentamientos, la sangre, los bombardeos y hasta determinó la proscripción del partido y de su líder durante 18 años. ¡qué no habría despertado algo más combativo! Creo que solo la dictadura militar de los 30.000 desaparecidos reveló a los argentinos que quieran verlo el verdadero odio de los sectores dominantes de este país. Ese odio siempre estuvo. Ese odio se condensó en la frase "Viva el cáncer". Pero incluso ahí sólo mostró una de sus caras. Mostró una más real el 16 de junio de 1955, con los bombardeos. Eso costó hacerles casitas a los obreros, permitirles que educaran a sus hijos o que fueran a veranear o compraran algunas cosas. ¿Fue necesario entonces el aparato autoritario peronista? A Eva le decían "dictadora" sus enemigos de clase. Le decían de todo en las tertulias, desde ya. Sobre todo yegua y puta, palabras que surgían del infinito machismo de la sociedad argentina y del infinito machismo de las damas de la oligarquía. Y de su odio y de su resentimiento. Pero, ¿fue una dictadora? ¿Y si ella respondiera que tuvo que serlo para darles a los obreros lo que les dio, tan exagerado para la oligarquía, tan escaso para la izquierda no peronista?"
- "Esa frase de Eva, tendrían que matarnos a uno por uno a todos los argentinos, se cumplió. No mataron a todos. Porque muchísimos, demasiados, fueron sus asociados civiles, sus cómplices o los que pasivamente aceptaron, ignoraron, festejaron el Mundial, se volvieron patriotas con Malvinas. Los que no quisieron saber aunque sabían: un ejercicio psicológico notable.Pero sí, Eva tenía razón: mataron uno por uno.Vale decir, a todos los que pudieran expresar un proyecto diferenciado al de la oligarquía agraria, al de los grupos financieros, al de casta eclesiástica. Los mataron los militares. Uno a uno. Los buscaron. Buscaron a los milicianos y a todos los perejiles de superficie que habían soñado, basándose en la vieja utopía del primer peronismo y en la figura combativa de Eva Perón o de hombres como Jonh William Cooke, y los hicieron desaparecer. Eva ni imaginó una catástrofe semejante. Conocía el odio oligárquico-militar. pero nadie, ni ella ni nadie, imaginaba la amplitud, la furia vengativa, castigadora y cruel de ese odio. "Todo es militar en este mundo nuestro (escribe). Yo no diría una sola palabra si las fuerzas armadas fuesen instrumentos fieles al pueblo. Pero no es así: casi siempre son carne de la oligarquía"".
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