El deseo de vivir.
por Raúl Carrizo.
Todos los seres vivientes animales son gregarios; el ser humano es originariamente comunitario. En cuanto a las comunidades siempre acosadas en su vulnerabilidad por la muerte, por la extinción, deben continuamente tener una ancestral tendencia, un instinto, de querer permanecer en la vida. Este querer vivir de los seres humanos en comunidad se denomina voluntad. La voluntad de vida es la tendencia originaria de todos los seres humanos.
Esto se afirma en la “segunda proposición de política de liberación” de Enrique Dussel.
Y esta es la voluntad de vivir que se afirmó en Bolivia el domingo pasado. El triunfo del presidente indígena Evo Morales es la manifestación de miles y miles de seres humanos que viven en sus comunidades ancestrales y desean a todo su pueblo un destino de vida ante las amenazas de la muerte por hambre o explotación humana.
La energía de la vida en el deseo expresado en común es la manifestación de la vida en la tierra misma del genocidio más impune que sacudió a la humanidad, donde millones de indígenas esclavizados fueron inmolados en las minas del Potosí, millones arrastrados desde sus comunidades.
El capitalismo neo colonial actual no ha cesado, ya en el imperio español, ya en el imperio norteamericano con sus “libres empresas” que provocaron aún más desocupación y miseria en toda América del sur.
Pero son ellos la base de sustentación de otro mundo “donde caben todos los mundos” otro modo de ver el universo de lo humano que trasciende a la visión política individualista e industrial, una vida humana que nace culturalmente situada en relación con el universo y en respeto a la tierra y a cada uno de los seres vivientes que la habitan.
Porque “patria” somos todos, patria es incluso el universo ampliado desdela cultura y la identidad; si la tierra es la madre, cada humano es nuestro hermano. Todo para compartir, para elegir entre todos la trasformación del mundo por una sociedad más justa y con medios de producción menos dañinos.
La voluntad de vida es opuesta a la muerte, y no a cualquier muerte individual sino al holocausto final, al genocidio, a la muerte del hombre como especie y la destrucción de todas las formas de vida.
Y estar deseando en común un futuro mejor es la utopía en la historia, de los cambios que se avecinan para mejor.
Desear permanecer vivientes es la construcción histórica que brilló el domingo en Bolivia y es la más pura significación social que un mundo distinto sin tanta miseria es deseable y se puede poner en común, se desea en comunidad en el trazo de las palabras y los actos justos.
El deseo de estar en la vida no es lo mismo que ser sobrevivientes de genocidio, es el momento justo para afirmar no sólo la cárcel a los genocidas nos hace mejores comunidades sino que los bienes que produce la tierra sean repartidos, esta es la base de los intercambios, que sean justos y que cada desigualdad es injusta en cualquier sociedad.
Que la propiedad de la tierra no es individual porque somos todos frutos de la tierra y no al revés y que en cada sociedad el otro humano es ya humano y por lo tanto sujeto de derechos, sea indígena o criollo.
Cuando las Madres de Plaza de mayo se colocaron el pañuelo blanco con la consigna aparición con vida de TODOS los detenidos desaparecidos era para todos los hijos. Cada uno eran todos y todos hijos eran amados.
Esa decisión es la manifestación de la vida en la comunidad que crearon para enfrentar a la genocidio, y ese deseo de vivir tiene una práctica de maternidad que da la vida en los territorios y espacios donde se desplazan a los demás hijos que les nacen en el camino.
Tupac Katari tenía razón cuando el 15 de noviembre de 1781 dijo: Volveré y seremos millones. Millones votaron en Bolivia y donde cayó aquel rebelde, se alza una patria que desea vivir con dignidad.
DESDE TUCUMÁN NI UN PASO ATRÁS.
Por la Plazas con las Madres.
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