En esta fría mañana en la esquina de Remedios de Escalada y Tucumán de Guaymallén, se realizó un homenaje a Paco Urondo y Alicia Raboy, se descubrió una placa y un mural en la esquina en que fueron acorralados y de donde Alicia y su hija fueron secuestradas.
Mientras escucho las palabras de Angela, que resuenan en mi cabeza como un látigo, recuerdo las cosas que me contaron y que leí y se me congela el alma.
El 17 de junio de 1976 en un operativo fueron capturados Urondo y su compañera Alicia Raboy, que iban junto con su hija Angela y una compañera, la Turca.
Ellas, Angela y la Turca, sobrevivieron a la emboscada, preparada con ansia por las fuerzas represivas mendocinas. Urondo era una presa codiciada por los milicos. y curiosamente inmolada por la conducción de Montoneros.
La historia es más o menos conocida, la cita envenenada, cuando se dan cuenta intentan escapar tiroteándose con sus perseguidores, pero son acorralados y Urondo usa la pastilla de cianuro, Alicia agarra a la nena e intenta escapar pero no puede, llega a una terraza sin salida, donde la sacan a las trompadas. La Turca consigue sortear la trampa casi cerrada que habían orquestado las fuerzas del COT. Urondo, muerto o agonizante, es objeto de la saña de sus captores, frustrados por no poder obtener la información de la presa que tanto habían ansiado.
Rodolfo Walsh cuenta que con Urondo trabajaban sobre la hipótesis del golpe que se venía, pero la organización no tuvo en cuenta estas previsiones, más adelante dice: “El traslado de Paco a Mendoza fue un error. Cuyo era un sangría permanente desde 1975, nunca se la pudo poner en pie. El Paco duró pocas semanas, su muerte, dijo Roberto, se produjo en un contexto de derrota, por el mecanismo que después nos ha resultado familiar: las caídas en cadena, las casas que hay que levantar, la delación, finalmente la cita envenenada.”
El destino que le dio la conducción fue una condena, a tal punto que Paco redacta un testamento en que reconocía a Angela como hija. “El traslado de Francisco a Mendoza por la conducción de Montoneros es recibido por sus amigos y familiares como un anuncio fatal. Tras el golpe de Videla del 24 de marzo de 1976, la persecución desatada contra los peronistas descabezó al movimiento en esa región, encarceló a muchos de sus miembros y desperdigó a los sobrevivientes. A Urondo le asignan la misión de reorganizar a los militantes y asumir la dirección.”, escribe Roberto Grillo. Una misión imposible de realizar en el contexto represivo de aquellos años y para Urondo que era fácilmente detectable en la provincia.
Unos 6 meses más tarde en enero del 77, secuestran en Buenos Aires a Conrado Gómez y a Horacio Palma, a Victorio Cerutti y Omar Masera Pincolini, en Mendoza, quienes eran otra pieza codiciada, y los marinos que se adelantaron en el operativo estaban exultantes por la posibilidad de hacerse con la plata de los montoneros. La casualidad permanente, al decir de Carlo, quiso que este testimonio de Hernández cobrara notoriedad nuevamente ahora que la Sra. de los Almuerzos recordó su “Mein Kampf” durante la dictadura cuando recibió el álbum del “Negro” Massera, hecho por la mano de obra esclava de las mazmorras de la ESMA.
Hace 4 meses, el 11 de marzo iban a empezar los juicios por los crímenes de lesa humanidad en Mendoza, entre ellos el de Urondo, pero la recusación a uno de los miembros del Tribunal impidió que se realizaran. Desde entonces y a pesar de todas las triquiñuelas legales de los defensores oficiales, porque los genocidas se hacen defender por defensores oficiales, esperamos que se ponga nueva fecha para que la sociedad mendocina contemple abiertamente a los ejecutores y cómplices del genocidio.
Comentarios
Me sumo a tu homenaje a un Gran poeta argentino, muchas veces olvidado en su pasión literaria.
saludos