El protogolpismo detrás del disfraz progresista
Por Mariano Beristain - 04-11-2008
Por Mariano Beristain - 04-11-2008
"Hace pocos días se cumplieron veinticinco años del retorno a la democracia. Los partidos políticos y la sociedad celebraron esta fecha con mesura y respeto.
No es para menos: durante la última dictadura, la Argentina se mantuvo sumergida en el peor de los mundos; la sociedad civil vivió atormentada por la desaparición, la tortura y la muerte, que a su vez estuvo cimentada en un modelo económico que puso de rodillas al país.
Eduardo Buzzi parece haber olvidado que los argentinos eligieron la democracia como sistema de vida y formuló declaraciones que tienen un tinte protogolpista. No es la primera vez que Buzzi admite su interés en desestabilizar al gobierno democrático.
En el medio del lockout agropecuario más largo e intenso de la historia, Buzzi reconoció que el objetivo era desabastecer a la población de productos básicos para forzar la caída de la resolución 125, que fijaba retenciones móviles para los granos.
Resulta preocupante que Buzzi disfrace cada uno de sus dichos de un cariz progresista que no se condice con el carácter filofascista de una declaración que apunta, según sus propias palabras, a “desgastar” y “erosionar” a un gobierno elegido por el voto popular.
Detrás de los pedidos por mayor solidaridad y mejor distribución de la riqueza, Buzzi esconde, como lo hizo con el rechazo a la 125, la defensa irrestricta de los intereses corporativos de los arrendatarios y las grandes corporaciones agrícolas.
Las críticas descalificadoras reflejan el escaso apego institucional de una dirigencia con fuerte inserción entre los productores. Es lícito que defienda sus intereses sectoriales, pero debe hacerlo en el marco del respeto y por los canales correspondientes.
La política de los cortes de ruta tienen un efecto limitado. En la primera protesta por la 125, una porción de la clase media acompañó porque consideró justos los reclamos. En el segundo lockout, la sociedad les dio la espalda cuando quedó en claro que tenía finalidades políticas.
Buzzi no comprendió y salió a la palestra otra vez con términos descalificadores y no desestimó retomar los piquetes. En lugar de agitar el fantasma de la desestabilización, Buzzi debería aceitar el diálogo o en su defecto colocarse al frente de una fuerza política. Ahora vivimos en democracia y puede hacerlo sin temor."
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