Cristina Fernández, la líder socialista francesa Segolene Royal y Néstor Kirchner. (Por Sandra Russo) Ella se llama Cristina y él, Néstor. Tienen hasta nombres de época. Esos nombres ya no se usan. Quedaron atrás, pero atrás y adelante, antes y después, presente y pasado, modernidad y posmodernidad, son nociones confusas en este momento, cuando la Presidenta acaba de terminar su discurso en el Congreso. Ella, Cristina, no llegó sólo para gobernar, o mejor dicho: gobernar para ella incluye generar un nuevo relato argentino. Nadie hasta ahora, desde que volvió la democracia, aspiró a tanto. “Compostura, Cristina”, debe haberse dicho a sí misma muchas veces, porque era evidente que la tensión en algunos de sus gestos eran intentos de no desbarrancar en llanto, como tan fácil podía pasarle. Si lloraban a moco tendido varias legisladoras y quién sabe cuántas mujeres detrás de la pantalla. Ese momento clave, esa concentración simbólica que implica el traspaso de la banda y el bastón, los a...